Criar niños veganos es una experiencia profundamente enriquecedora. Hay coherencia entre los valores que enseñamos y nuestras prácticas diarias, como el respeto, la empatía y la compasión. Y también es cierto que tiene sus complejidades y nos puede resultar muy desafiante.
Contrariamente a lo que pudiera creerse, el gran desafío para las madres veganas no es la alimentación de nuestros hijos, sino la interacción social en un mundo mayoritariamente no vegano. Y en estas circunstancias les enseñamos a convivir en este entorno, manteniendo firmes nuestros valores.
Y cuando surgen las preguntas difíciles: ¿Cómo les explicamos por qué otras personas comen animales y participan en su explotación? ¿Cómo abordamos estas cuestiones delicadas con nuestros hijos?
Personalmente, mi hija es vegana desde su concepción. Para ella, no explotar animales es lo normal. Sin embargo, a medida que creció, comenzó a percibir que no todos se comportan de la misma manera. Básicamente, que el mundo no es vegano.
En el día a día, los niños veganos se encuentran con contradicciones difíciles de entender, como ver cuerpos de animales en los supermercados mientras aprenden sobre el respeto hacia ellos en casa. Y surgen preguntas como «¿Es mala la abuela por comer animales?» o «¿Por qué en la escuela dicen que las vacas nos «dan» la leche?» o «¿Por qué algunas personas montan a caballo?» entre tantas otras.
Es fundamental que adaptemos nuestra comunicación a la edad y comprensión de nuestros hijos. No podemos dar detalles sobre la explotación animal a un niño pequeño. Porque no lo entendería, y porque sería muy traumático. Y básicamente, el mensaje fundamental es que usar animales no está bien.
Con mi hija, a medida que fue creciendo y haciendo preguntas fui adaptando mis respuestas. En muchos casos sin entrar en detalles gráficos, pero siendo honesta sobre la realidad.
No le muestro videos de cómo inseminan a una vaca, cómo experimentan con animales, o cómo los descuartizan. Pero ella sabe que todos los animales merecen respeto, y que no es justo que los usemos.
A medida que creció, comenzó a cuestionar por qué el mundo no es vegano. Fue un proceso duro para ella darse cuenta de que la mayoría de las personas, aunque dicen amar a los animales, son parte de su uso, explotación y muerte.
Cuando surgieron preguntas y situaciones difíciles, encontré varias maneras de abordarlas:
«Las demás personas no son malas»
Le explico a mi hija que la mayoría de las personas, aunque pueden ser conscientes de que los animales sufren y mueren para que ellas los consuman, simplemente toman otras decisiones (aunque esté mal). Aunque nos parezca una injusticia, el amor que sentimos por esas personas es independiente de sus elecciones. También le recuerdo que yo no nací vegana, que la mayoría de mi vida no fui vegana y que eso no me convierte en una mala persona.
«Podemos dar nuestro ejemplo»
Si para un adulto ser consciente de que el mundo no es vegano puede resultar angustiante, para un niño, mucho más. Cada tanto mi hija me dice que ella «quiere prohibir que se use a los animales, y salvarlos» Por un lado me conmueve, y por otro me apena que se angustie y sienta esa responsabilidad (veganizar el mundo es un peso demasiado grande para una niña). Por eso le digo que la entiendo (que a mí también me gustaría) y que hoy, desde su lugar, lo mejor que ella puede hacer por los animales es ser vegana, y dar a otros el ejemplo. De esa manera, valido sus emociones, la ayudo a superar la angustia y la oriento hacia un lado positivo.
«No imponer, pero estar abierta a responder»
En algunas oportunidades mi hija, desde su inocencia, increpó a algunos familiares mientras comían. Les preguntó enojada por qué estaban comiendo animales. Y aunque honestamente algo dentro de mí se regocije en esas circunstancias, entiendo que tener esa actitud puede traerle problemas que como niña no puede manejar. Entonces le expliqué que cuestionar la comida de otros puede resultar incómodo para ellos.
Igualmente le recuerdo siempre que si le preguntan por qué es vegana o si surge una conversación sobre el uso de los animales, ella puede expresarse abiertamente, dar su punto de vista y explayarse en el tema.
«No es que no podemos, es que elegimos no hacerlo»
Es muy común escuchar frases del tipo «¿Quieres un sandwich de jamón y queso? Ah no, cierto que tu no puedes» Yo le dejé muy en claro a mi hija que como veganos tenemos una postura ética y no se trata de prohibiciones, sino de justicia. Elegimos no usar animales, porque los respetamos. Es importante que los niños entiendan este concepto. Mi hija lo incorporó, y con 6 años sola responde: «Puedo, pero elijo no hacerlo».
«No es amor, es respeto»
Mas allá de que a los niños solemos hablarles de la amistad y del amor, algo básico a dejarles en claro es que el veganismo no se trata de amor, sino de lo que es justo. Creo que es adecuado que se familiaricen con esta idea desde pequeños. No hace falta amar a alguien para considerarlo moralmente. Son cosas diferentes. El ejemplo que suelo decirle a mi hija es «nosotros no amamos a nuestro vecino, pero lo respetamos»
«Fomentar la confianza»
Los veganos somos una minoría, y los niños (al igual que los adultos) pueden sentirse juzgados e incluso presionados a cambiar su postura. Me ocupo de hablar puntualmente sobre este tema con mi hija. Sobre cómo manejar las presiones o juicios de los demás. Le digo que puede ocurrir que la cuestionen, intenten convencerla, incluso que se burlen. Porque lamentablemente en algún momento esas cosas suceden. Entonces le recuerdo que no está bien que nos cuestionen por ser veganos (increíble tener que decir ésto, pero así es) Que no estamos haciendo nada malo, muy por el contrario, y que debemos ser respetados. Es muy importante fortalecer su autoestima y confianza en sus valores.
Un desafío y una oportunidad
En definitiva, criar niños veganos en un mundo no vegano puede ser desafiante, pero es una oportunidad increíble para enseñarles sobre la ética y la importancia de vivir de acuerdo con nuestros valores.
Espero que este post te ayude a reflexionar y te ofrezca algunas herramientas para encarar conversaciones sobre veganismo con tus hijos. Porque cada conversación es una oportunidad para sembrar semillas de empatía, compasión y sobre todo, justicia.