Los veganos molestan

Si le preguntamos a cualquier persona si está en contra del maltrato animal, la mayoría dirá que sí.

Dirá con orgullo que le encantan los animales, y criticará severamente a quien abandona un perro en la calle, acusará a la famosa que compra un bolso de cocodrilo, y se horrorizará con la noticia del gato despellejado o del mono que vivió encerrado en un armario.

A su vez, la mayoría de las personas come animales, se viste con animales, y usa productos testeados o con derivados de animales. 

Básicamente, es parte de la explotación animal.

Me pregunto en qué momento se distanció tanto nuestra percepción respecto del uso, abuso y maltrato.

Con los animales particularmente se da un fenómeno extraño, en el que cuidamos y protegemos a unos (los llamados animales de compañía (como perros y gatos) y a otros los usamos, mutilamos, comemos, explotamos…

Cuando los veganos manifestamos nuestra oposición a la explotación animal, es muy común la respuesta defensiva del tipo: 

Ser vegano no es sinónimo de ser buena persona” 

Los veganos se creen mejores que el resto” 

“Los veganos son fundamentalistas”

“Cada uno come lo que quiere”

“Yo soy buena persona aunque como carne”, entre otras muchas.

Y es lógico, nadie quiere sentirse moralmente cuestionado.

Los veganos no nos creemos perfectos ni mejores que nadie, ni venimos a decirle al resto lo que tiene que comer ni cómo debe vivir.

La mayoría de nosotros no nacimos veganos. En algún punto de nuestra vida nos replanteamos nuestros valores y nuestras acciones, y no fue fácil. 

No fue fácil sobre todo darnos cuenta del daño innecesario que habíamos generado, durante toda nuestra vida. 

Tampoco fue personalmente “cómodo”.

Los veganos luchamos por lo que creemos éticamente correcto. 

Realmente, lo que molesta no somos los veganos. Molesta que los veganos representamos una amenaza a los valores y a la moral.

Si esa molestia genera replanteos y cambios, bienvenido sea.